martes, 26 de abril de 2011

Y Casillas se puso el traje de Dios...

A lo largo de toda mi vida he visto grandes cosas en campos de fútbol. A bote pronto recuerdo cuando vi a Van Basten meterle 4 goles al Goteborg en copa de Europa jugando con el Milán, cuando el Barcelona le remontó al Atleti un 0-3 en copa del Rey en sólo 45 minutos, los tres goles de Ronaldo al Valencia en el 96, Messi metiéndole 4 goles al Arsenal, la jugada de Maradona en octavos de Italia 90 contra Brasil dándole el pase a Caniggia, algunas actuaciones de Zidane, la defensa titánica de 9 contra 11 de Italia contra Holanda en la Eurocopa de 2000 (con dos penaltis parados por el portero)…

Fueron momentos emocionantes, no sólo por lo que significan en términos de puntos, sino sobre todo por el valor moral, mental y psicológico que suponen para el equipo y el respeto que provoca en los rivales próximos.

Personalmente, siempre me he sentido más admirado por los momentos en los que toca remontar, por aquellas veces en las que, como en la vida, te encuentras acorralado, y en el peor momento te toca resurgir y levantarte o lamentarte y morir. Obviamente, viene precedido por haber hecho algo mal, pero el espíritu de superación, de sacrificio y de automotivación por enmendar el error cometido es algo digno del mayor de los elogios.

Volviendo al ámbito puramente futbolístico, lo más impresionante que he visto en un campo de fútbol en mi vida no lo vi en los ejemplos anteriores. Hace ahora casi 9 años el Madrid estaba jugando la final de la copa de Europa contra el Bayern Leverkusen. Aquel partido se suele recordar por el golazo de Zidane. Yo lo recuerdo por otra cosa.

Alrededor del minuto 80 César, el portero titular del Madrid en aquel partido, se lesionó. Y tuvo que sustituirle Casillas. Que un portero se lesione es algo muy poco habitual, en una temporada lo lógico es que no ocurra o que ocurra una vez. Que sea nada menos que en una final de la copa de Europa es algo que parece una broma del destino. Yo no recuerdo otra final en la que un portero se haya lesionado.

Pero el caso es que Casillas se enfundó los guantes, salió al campo y se dispuso a defender la portería de su equipo. Seguramente sin haber calentado, concentrado pero no con el nivel de activación necesario para una final de copa de Europa, Casillas debía defender el 2-1. Todo un contratiempo para el Madrid.

Y entonces, el Bayern apretó, recuerdo que acabaron encerrando al Madrid en su área y que sacaron más fuerzas de flaqueza los alemanes que los blancos (cosa lógica, ya que iban perdiendo). En esos últimos 15 minutos el Bayern desarboló completamente a la defensa madridista. Sinceramente, no recuerdo cuántas ocasiones clarísimas de gol tuvo, quizá seis por decir un número. Si enfrente hubiera estado un porterazo el Bayern habría marcado al menos un gol. Pero enfrente no estaba un porterazo.

Lo más sorprendente llegó al final. Con el tiempo ya cumplido (minuto 92 más o menos) el destino decía que el Bayern iba a empatar ese partido y que se iba a jugar una prórroga, así que debían jugarse otros 30 minutos. En esos últimos 3 minutos uno de los alemanes entró por la izquierda, recortó hacia dentro y soltó un trallazo que iba por toda la escuadra. Casillas se estiró y despejó a córner. En dicho córner, ya incluso con el portero alemán esperando para rematar, el balón se paseó por el área pequeña (síntoma de que la defensa del Madrid estaba meándose en los pantalones) y en el segundo palo, a un metro de la portería, más solo que la una, uno de los alemanes sólo tenía que empujarla, y la empujó. Ese balón lo vió dentro todo el mundo (porque es que no había modo de que ese balón no entrara), menos un chaval de 21 años que tapó un hueco con la mano, otro con la pierna derecha, otro con la cabeza… una portería de 9 metros de ancho completamente amurallada por ese chaval. Tras ese córner vino otro, remató de cabeza un alemán, abajo, donde peor llega un portero. Con unos 15 tíos en el área pequeña, donde cualquier mínimo rechace hace que el balón vaya por otro sitio y con todos los jugadores atacados por los nervios, Casillas se estiró de nuevo y sacó la pelota. En términos prácticos, es como si en 3 minutos Casillas hubiera metido 3 goles del triunfo en una final de la copa de Europa.

Nunca he visto en menos tiempo una actuación tan decisiva en un partido tan importante. Aunque algo parecido ocurrió el miércoles pasado. No fue lo mismo, no era el mismo partido y no tenía la misma repercusión, pero las dos paradas que hizo Iker a tiros de Pedro e Iniesta fueron antológicas.

El partido de la final de Copa fue una historia bien distinta a lo que se va a ver en la semifinal. Ahí el Madrid mereció ganar, a pesar de que haya gente que diga que si triunfó el antifútbol o cosas por el estilo. Cualquiera diría que al fútbol sólo se puede ganar jugando como si fuera la play station. ¿Realmente ésa es la única manera de ganar?, en el fútbol, como en la vida, hay muchos modos legítimos de conseguir las cosas, “porque defender hasta el último hombre también es fútbol y también puede ser hermoso; la humildad que refleja, la concentración que se necesita, el compañerismo que exige, no son más que cualidades que exige el fútbol en todo momento, como deporte de equipo que es”.

La verdad, cuando alguien se cree que su equipo es el único que merece ganar es que seguramente no sabe perder. Aquel partido fue a 90 minutos. Esto son dos partidos y 180 minutos, y no son en campo neutral. El Barcelona es mucho mejor que el Madrid, y por tanto las posibilidades de éste son escasas.

Me parece a mí que si el Madrid quiere que la semifinal no sea un paseo militar para el Barcelona, más le vale que Casillas no haya guardado aún el traje que se puso el miércoles pasado. Los milagros, mejor los dejamos para lo que de verdad importa.

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